Por Antonio Jesús Hormigo Aguilar y Pedro Pérez Quesada
Conquista y
repartimiento
En la campiña sur de Sevilla se
encontraba el iqlim o distrito de Al-Fahs, con cabecera en Facialcazar (Cerro
del Casar, solar de la turdetano-romana Salpensa), a unos 6 kms al sudeste de
la actual Utrera. Durante el período islámico todo este entorno debió contar
con una población eminentemente rural, cuya administración dentro de la Cora de
Sevilla, sería gestionada desde Facialcazar. Las noticias sobre evidencias de época islámica en el actual
emplazamiento de Utrera son escasas, siendo estas relativamente abundantes conforme se
avanza hacia el sur. No obstante, se debe señalar que Rodrigo Caro contempla la posibilidad del origen islámico de la actual población: “los moriscos viejos dicen que es tradición
entre ellos que Utrera fue pueblo de moros, y que le llamaban Hatrera”.
En la década de los 40 del siglo XIII, la zona cae en manos del reino de
Castilla, confirmándose esto con la rendición de Sevilla en 1248. Durante estos primeros años de nominalidad
castellana el territorio continuó poblado por los ahora llamado mudéjares a
partir de los pactos y concesiones realizados por Fernando III y Alfonso X y
sometidos al vasallaje de Castilla. Ello no fue obstáculo para que se llevara a
cabo una política de repoblación castellana de la campiña, que tuvo su máximo
exponente en la implantación de Órdenes Militares en las principales
fortalezas y en el repartimiento de tierras de 1253. De este modo se
organizará el territorio con una jurisdicción. Es en este momento
cuando se nombra por primera vez el topónimo Utrera. Hasta un total de 183 miembros del entorno de la Casa Real
reciben tierras de cereal en Utrera. Del resto de la actual comarca, destaca la
presencia de judíos en las heredades
recibidas en Facialcazar. No obstante, como señala González Jiménez (Sobre
los orígenes de Utrera y Dos Hermanas, 1997), estos beneficiarios no
repoblarían ni explotarían sus heredades, residiendo donde estaba la Corte,
esto es: Sevilla. Este autor señala que Utrera
sería un topónimo que se referiría a uno de los pagos en que se dividía el
iqlim de Facialcazar, por lo que descarta la existencia de población hacia
mitad del siglo XIII. En cuanto al origen del topónimo Utrera, existen varias teorías:
- Procedente de Utriculum o Utraria (la otra, en referencia a Carmona),
en opinión de Rodrigo Caro.
-
Según J.M. Pabón, sería un antropónimo + el sufijo latino –aria.
-
J. Corominas da como étimo
de Utrera el lat. VULTUARIA.
- Ruhstaller señala que “utrera” es
un topónimo que se da con cierta frecuencia en España, y que suele designar
elevaciones del terreno. Así, la forma
más adecuada de interpretar el topónimo sería como “buitrera”, significando
lugar en que los cazadores ponen el cebo al buitre. Ello justificaría el emplazamiento
de la actual Utrera, en especial el castillo, sobre una roca que se levanta en medio de la llanura.
- Una última acepción, de carácter hipotético y planteada por el equipo que redactó la Carta Arqueológica de Utrera (dirigida por Pedro Pérez Quesada), no debiera ser obviada. Según el DRAE, Utrera significa “novilla desde los dos años hasta cumplir los
tres”. La relación clásica de Utrera con el toro bravo y su crianza es de todos
conocida, por lo que no debiera descartarse una posible relación entre el
topónimo y la crianza de utreros/as en el entorno del lugar conocido como Utrera. De este modo, el ganado vacuno,
al cumplir los dos años, pasa de la estabulación a la crianza en las dehesas,
por lo que Utrera podría ser el lugar
adónde se llevan las utreras para su crianza.
-
En relación con esto último, Caro describe otra
posibilidad: “ Fábula es, que habiendo en
la tierra de Utrera campos muy grandes y dehesas muy fértiles para los ganados,
los señores y dueños de ellos se congregaron con los ganaderos que los
guardaban, y determinaron edificar un lugar donde viviesen seguros de los
moros; que habiendo decretado esto, sin más acá ni acullá, cada uno trajo una
utrera, que es vaca de tres años, y que con esto edificaron las murallas y
torres y la fortaleza; y que por haberse hecho a costa de las utreras que cada
cual contribuyó , llamaron al lugar Utrera”. Caro califica esta posibilidad
como un “monstruo” que “tiene tan mal ordenados sus miembros, que
no hay por donde lo comenzar”.
La idea de la inexistencia de una población en Utrera parece confirmarse
en 1261. En esta fecha se promulgan las Constituciones del arzobispo de Sevilla
Remondo de Losana. En ellas se divide el arzobispado de Sevilla en cinco
arcedianatos, asignando a los canónigos de la catedral los beneficios sobre los
diezmos de las iglesias parroquiales de la diócesis, y regulándose internamente
el cabildo de la catedral de Sevilla. En ellos no figura Utrera, si bien, se
beneficia a otros lugares que pertenecerían al iqlim de Al-Fahs: La Alameda,
Alcantarilla, El Sarro, Santa María de las Lagunas o Alaquaz, con tercias
pontificales por valor entre 20 y 60 maravedís. No obstante, se debe hacer
referencia a un dato aportado por Caro en el que se menciona Utrera en
el año 1254 (era de 1292), con motivo de las ordenanzas realizadas para los
colmeneros de Sevilla. En las mismas se delimitan tierras pertenecientes a
Utrera y Carmona (“É en las Jaras de
Utrera, Carmona, ca hobiese de majada á majada dos tercios de legua”), lo
que demostraba a Caro que en esa fecha era Utrera pueblo de cristianos.
Revuelta mudéjar y
Guerra del Estrecho
El siguiente capítulo que la historiografía destaca durante el siglo XIII
sería la revuelta mudéjar de 1264 causada por las contínuas violaciones
efectuadas por los castellanos a los pactos sellados por mudéjares y el rey.
Esta rebelión, alentada por el rey de Granada, tuvo como consecuencia el
abandono de las tierras de la campiña de la población islámica, despoblándose
las alquerías y la cabecera del distrito: Facialcazar. En estas fechas, la
única población de la frontera se hallaba en las fortalezas, en una situación
de hostilidad que no animaba a la repoblación castellana. Es el momento en que
la campiña se deja de roturar, formándose las dehesas que posteriormente serían
mencionadas en el Libro de la Montería de Alfonso XI. En este contexto aparece
mencionado nuevamente Utrera, dando lugar a un debate histórico en el que la
historiografía actual coincide en afirmar la existencia de un error de
identificación. Así, en la Crónica de Alfonso X se citan las mercedes que este rey
hizo al Maestre de Calatrava don Pedro Yáñez en 1264 con motivo de la defensa
que hizo de la fortaleza de Utrera, necesaria para la recuperación de Lebrija,
Arcos y Jerez, durante la mencionada revuelta mudéjar (Rades de Andrada,
Historia de la Orden de Calatrava). En la actualidad, no parece caber duda
del error cometido en la Crónica de Alfonso X nombrándose Utrera en lugar de
Matrera que, efectivamente, sí fue concedida a la Orden de Calatrava. Caro
relata los hechos del siguiente modo: “ …
alzáronse contra el rey D. Alonso: et el rey de Granada comenzó a facer la
guerra muy afincadamente. Et en este tiempo tienía el alcázar de Jerez aquel
caballero ca, decían Garcia Gomez Carrillo, et tenie la torre de Utrera un
fraile de la Orden de Calatrava, ca decían D. Aliman; et veyendo los moros de
Jerez ca había tiempo en que el Rey no les podie facer estorbo para lo que
ellos tenien pensado de hacer, cercaron el alcázar de aquella villa, et á
García Gomez Carrillo, et combatiéronlo mucho afincadamente, también la noche
como el dia, ansi ca en ningún tiempo non les daban vagar… Et otrosí, los moros de Utrera cuidaron de
prender al fraile D. Aliman, ca tenie la torre, et él defendióla bien, ca gela
non pudieron tomar; et eso mesmo ficieron los moros de cada uno de los otros
lugares á los alcaides ca estaban por el rey D. Alonso en los castillos…”. La
historia de D. Aliman, que jalonó gran parte de la historiografía local desde
Rodrigo Caro, se refería, como hemos dicho, a Matrera, y no a Utrera.
A partir de 1275 comienza la Guerra
del Estrecho. Ésta conllevó la entrada de tropas benimerines procedentes del
Norte de África que controlaron hasta 1340 algunas de las principales
fortalezas costeras (Algeciras, Tarifa, Gibraltar). Este hecho, unido a las
presiones nazaritas en la frontera provocó la constitución de un entramado
defensivo que sería conocido como Banda Morisca. Como se ha mencionado, se
comenzaron a construir una serie de torres y castillos en el entorno de la
Frontera, lo que daría origen a la mayor parte de las actuales poblaciones de
la campiña sur de Sevilla. Uno de ellos fue Utrera. En cuanto a la fecha de
construcción del mismo y el amurallamiento posterior de la villa, no existen
datos que puedan aclararlo. A este respecto, parece que en época de Sancho IV
tampoco existiría el castillo y villa de Utrera, puesto que no se menciona en
las cuentas y gastos de este rey en 1292. No obstante, se conoce otro dato,
cuya veracidad no ha podido se contrastada, que podría indicar la presencia de
algún poblamiento en el entorno de la actual Utrera. Se trata del Acta de
Fundación de la Hermandad de la Veracruz, fechada a 20 de junio de 1280, cuya
ermita original se situaría en el que posteriormente sería Convento de San
Francisco, en el actual cementerio municipal. Tal acta dice lo siguiente (http://www.veracruzdeutrera.es/Historia.html ): "En el nombre de Dios y de la Santísima Trinidad.
Amén... Sea público a todo fiel cristiano como Nos..., (donde se relacionan los
nombres de doce personas)..., y en presencia del Protocolo de la Congregación,
Juan de Luna, de la ermita de Ntra. Sra. de las Veredas, doy licencia para que
los hermanos antes mencionados, funden la hermandad de la Santa-Veracruz,
reinando en Castilla D. Alfonso X el Sabio, bajo el Pontificado de Nicolás III,
siendo Arzobispo de Sevilla, Fray Raimundo de Lorena (Remondo de Losana),
sucesor de D. Felipe, primer arzobispo de ella e infante de Castilla".
El caso es que desde inicios del siglo XIV la campiña es objeto de
distintas novedades. Tras el fracaso de la primera repoblación, con Fernando
III y Alfonso X, en la que los beneficiarios del Repartimiento no llegaron a
ocupar sus tierras, se tomaron nuevas medidas encaminadas a la instalación de
colonos en la campiña. Una de las medidas fue la concesión a distintos señores
de tierras para su cultivo y defensa. La incipiente crisis económica del siglo
XIV hacía necesaria la roturación de estas grandes extensiones de tierras de
secano que habían sido abandonadas a mediados del siglo XIII. Los nuevos
señores recibieron en algunos casos en torno a una legua alrededor de su
cortijo, en el que edificaron un castillo. Es el caso de Los Molares, El Coronil, Las Aguzaderas,
Torre del Bao o Gómez Cardeña. Estos territorios, esquilmados al Concejo de
Sevilla y con jurisdicción señorial, tuvieron un éxito muy limitado pues apenas
atrajo a nuevos pobladores. En este contexto, parece que surge Utrera, a
iniciativa del Concejo de Sevilla (e igualmente Las Cabezas de San Juan). González Jiménez señala que pudiera
fecharse en torno a la mayoría de edad de Alfonso XI, en el primer tercio del
siglo XIV. Los objetivos del Concejo de Sevilla serían varios: 1) Utrera sería
un freno a la expansión señorial en la campiña. 2) Se repoblaría y roturaría
las tierras del Concejo. 3) Se reforzaría la defensa de Sevilla ante los
ataques benimerines y granadinos al crearse una nueva puebla en el enlace entre
Sevilla y Jerez. De este modo, se puede pensar que entre 1320 y 1330 Utrera
ya cuenta con un castillo y,
probablemente, con una muralla que defendería la emergente villa. Utrera se convertiría en una plaza de retaguardia,
en permanente contacto con las distintas torres y castillos tanto del Concejo
de Sevilla como de ámbito jurisdicción señorial. Así, desde la torre del
Homenaje del castillo de Utrera se tiene enlace visual con las torres de la
Ventosilla, Águila, Troya y La Alcantarilla, o con el castillo de Los Molares,
situados todos en posiciones más meridionales. El primer dato ante-quem que nos
fecha la construcción del castillo de Utrera es de 1331. Así, según se recoge en los Papeles del Mayordomazgo del siglo
XIV (AMS), en esta fecha el Concejo de Sevilla ordena a su mayordomo que diese
cada año a la iglesia de Santiago de Utrera 200 maravedís para obras en la
misma. Por tanto, se puede pensar que la
primera iglesia de Santiago (de clara vocación guerrera y de cruzada) se
estaría construyendo o terminando en estos momentos junto al castillo. Estos
Papeles justifican esta aportación económica “por estar cercana de ella el castillo de Sevilla y acudir a ella el
castellano y gentes de armas para el Santo Sacramento a deshora y ser allí
enterrado” (Collantes de Terán, F,
Los Castillos del Reino de Sevilla, 1953). El caso es que su posición de
retaguardia y su condición de defensa de Sevilla permitirían el crecimiento de
la villa de Utrera. No se conserva la Carta Puebla que alentaría la
colonización de Utrera, si bien, posiblemente recibiría el Fuero de Toledo.
Como se sabe, es popular en Utrera el dicho “mátalo y vete a Utrera” o “mata el
rey y vete a Utrera”. Se ha mencionado anteriormente la existencia de este
dicho en Olvera (“mata al hombre y vete a Olvera”), como consecuencia del
derecho de homicianos otorgado a la villa de Olvera. Este privilegio consistía
en el perdón de homicidios y otros delitos a cambio de habitar poblaciones de
la frontera al menos un año y un día. Olvera recibió este privilegio el mismo
año de su conquista, en 1327. Nada nos impide pensar en que Utrera también pudo
recibir este privilegio, quizás, en fecha similar.
El definitivo espaldarazo para la consolidación de la villa de
Utrera sería la emigración desde las pueblas cercanas (tanto concejiles como
señoriales). Con motivo de la Guerra del Estrecho, la escasa población ubicada
en Molares, Bao, Coronil o Alhocaz prefirió el respaldo que ofrecía Utrera.
Durante el siglo XIV se despuebla Alhocaz, Gómez Cardeña y el Bao, lo que
evidencia el fracaso de la repoblación señorial y concejil en el entorno de la
campiña. Finalmente, con la derrota final de los norteafricanos en 1340, Utrera
se convertiría en un lugar relativamente abrigado, a lo que se sumó la
definitiva conquista del campo de Matrera en 1341. Esta Guerra tuvo en Utrera
uno de los centros de operaciones. Así,
se conoce que en tiempos de Alfonso XI se reunían los ejércitos cristianos para
partir hacia la frontera. Caro señala que en 1333, y con motivo de las algaradas de Abumelik en tierras
de Medina Sidonia, Jerez y Lebrija, se encontraban en Utrera D. Alvar Pérez de
Guzmán, D. Juan Alonso de Guzmán y D. Pedro Ponce de León “haciendo gente, porque era costumbre antigua que, entrando moros a
correr las tierras de los cristianos, las gentes que les habían de salir al
encuentro se hiciesen en Utrera”. Tras la batalla en campos cercanos a
Arcos, se volvieron a reunir en Utrera Alfonso XI y el rey D. Alonso de
Portugal, que vencerían en 1340 al “rey de África, Albohazen” en el Salado.
Recogido en la Crónica de Alfonso XI, se conoce que en el año 1343 el rey
cristiano, ante el temor de que el rey de Granada entrase a talar los árboles
de estas fronteras, envió a la villa de Utrera por frontero a D. Alvar Pérez de
Guzmán, quien, al no confirmarse estos temores, salió de aquí al cerco de
Algeciras. Por último, y en relación con la actividad de la frontera durante el
reinado de Alfonso XI, se deben citar los libros del Salvado. En el año de
1510, consta que Utrera era lugar franco desde hacía más de doscientos años. Caro no duda de haber sido éste
un privilegio otorgado por el rey Alonso XI. Este privilegio según Caro sería
confirmado el 20 de febrero de 1478 y en 1500 (14 de febrero) por la reina Dª
Juana. Este privilegio se habría perdido ya en época de Rodrigo Caro, aunque
con pleito pendiente en la Real Chancillería de Granada. El Concejo de Sevilla era el encargado de
abastecer todos los castillos que estaban a su cargo – caso del de Utrera
- aportando soldados y reparando los
desperfectos, como se observa en el ordenamiento de 1344 (AMS. Secc 16, nº 18.
Ff 26v-27v).
Junto al castillo de Utrera había crecido una villa con su
muralla. Las hipótesis planteadas en el
Plan Especial de Utrera sugieren un perímetro amurallado de 655 m, con 25721 m²
de superficie. La muralla partiría del mismo castillo y correría paralela a la
Plaza de la Constitución, discurriendo por el Hospital de la Santa Resurrección
y por las medianeras traseras de las calles Perafán de Ribera, La Plaza y Santa
Clara, uniéndose nuevamente al castillo por el oeste. Reseñar que por el norte
y oeste, estaría protegido por el arroyo Calzas-Anchas, a modo de foso natural.
Tendría posibles puertas en la calle Ruiz Gijón, dos en Ponce de León, en Bohorquez
y en Concepción. Del Plan (Fernando
Mendoza, Fernando Amores y Pedro Pérez) se extrae la siguiente información
relativa a la primera cerca de Utrera: “La
reconstrucción de este trazado es hipotética a partir de la deducción
topográfica y de la morfología de las manzanas, así como por algunos indicios
en las medianeras traseras de algunas casas. El castillo cerraba el espolón de
la colina donde se asentaba la población en un primer momento, dominando el
arroyo Calzas Anchas. De sus esquinas externas se iniciaba el trazado del
primer recinto de muralla. No existen lienzos conservados de este primer
recinto que se identifiquen visualmente con plena seguridad. Lo que reste de
los mismos debe quedar embutido entre medianeras traseras de las edificaciones
que presentan su fachada a las calles aludidas. Desde un análisis directo se
pueden observar algunos indicios ocultos en el Hospital de la Resurrección y en
algunas casas de Catalina de Perea (16 y 20) y calle La Plaza (28). Poco
podemos aventurar acerca de la trama urbanística interior del primer recinto ya
que la existencia de grandes conjuntos arquitectónicos posteriores, como
conventos o el hospital, deben haber modificado aquélla al absorber diferentes
propiedades para su conformación final. No es aventurado ubicar una primitiva
iglesia parroquial de la localidad en el mismo solar de Santiago el Mayor
debido a su integración en el primer recinto, su cercanía a la fortaleza y a su
dedicación al santo de connotación guerrera. Debió tratarse de una parroquia mudéjar
de ladrillo y armaduras de madera de planta basilical como es usual en las
poblaciones de este momento que aún se conservan. El viario conservado pudiera
reflejar algo del primitivo de la pequeña y efímera ciudadela aunque pensamos
que debió ser diferente en gran parte debido a la funcionalidad defensiva de la
población requiriendo espacios amplios para la concentración de tropa, casas de
poca entidad y una ausencia de urbanismo propiamente dicho siendo más bien una
ocupación de morfología espontánea de mayor concentración entorno a la iglesia
parroquial. El exterior de este recinto debió ser absorbido por edificaciones
adyacentes una vez que pierde su función en la Edad Moderna”.
Como vemos, apenas se conocen las edificaciones que estarían en el
interior de este recinto. Es segura la existencia de una protoiglesia gótica
bajo la advocación de Santiago matamoros en el solar de la actual Santiago.
Mayores dudas plantea la localización del Concejo de la villa, si bien, podría
localizarse en la bajada de la calle Bohorquez, en el llamado castillo de la
Pescadería, como ya indicara Manuel Morales. García Fernández (El reino de Sevilla en tiempos de Alfonso XI) señala
que en concejos de menor entidad urbana y de mayor igualación económica y
social entre sus vecinos existirían concejos abiertos, a modo de asambleas
vecinales aunque, no obstante, se iría constituyendo una aristocracia aldeana
que sería favorecida por la política de Alfonso XI, formándose concejos
restringidos. Como ya se ha mencionado, probablemente Utrera recibiese el fuero
de Toledo, como el resto de tierras del Bajo Guadalquivir. Este fuero permitía
el nacimiento de nuevas normativas adaptadas a las nuevas exigencias
administrativas de la zona, así como asegurar la intervención del rey en la vida
municipal. Caro señala que
Alfonso XI concedería el privilegio a Utrera de “villa libre y franca de todas monedas y pedidos, y de cualquier
contribución, así a los cristianos como a los moros y judíos de ella (ya se
ha hecho referencia a la presencia de judíos en tierras de Utrera desde el
siglo XIII, en Facialcazar, y posteriormente en la misma Utrera, en el entorno
del Niño Perdido, donde tendrían la judería y sinagoga), y albarraniegos que dentro y fuera de sus muros habitaban”.
Hipótesis de la primera línea de muralla según Plan Especial de Utrera
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