Protohistoria. Tartessos en el Cerro del Castillo (Fase
IV)
1) Los algo más de 3 m de estratos calcolíticos aparecen sellados
por una gruesa capa de unos 25 cms de grosor perceptible en los sondeos 1 y 2,
alcanzando una longitud mínima de 6 m. Viene representada por las UUUEECC 108 y 204 y se forma por una
mezcla más o menos homogénea de cal, tierra y gravilla. Sobre la misma hallamos
la estructura UEC 202 construida con
mampuestos de piedras de tamaño medio dispuestos de forma ordenada unidos con
argamasa de barro. Conserva unos 2,75 m desde su base hasta el coronamiento. Se
trata de una estructura maciza que se mete hacia el patio de armas al menos 50
cm y ligeramente ataludada al exterior. No se ha podido precisar la cronología
debido fundamentalmente a las dificultades para adentrarnos con nuestra
excavación al interior del patio de armas. No obstante, se puede barajar la
siguiente hipótesis: aparentemente podría tratarse de un baluarte o torre
maciza. Debido a la caída de la muralla del castillo en los años 30 del siglo
XX los rellenos asociados a este posible baluarte se perdieron, quedando
visible una pequeña parte del mismo. Posteriormente fue colmatado por los
rellenos y escombros de cronología contemporánea. En tanto se monta sobre
potentes niveles calcolíticos, su datación podría relacionarse con la que
denominamos Fase IV (Utrera IV) formada por niveles protohistóricos que se
podrían extender desde el siglo VII a.C hasta el II a.C. Esta fase IV se
observa con claridad al interior del castillo, en el patio de armas, justo en
la zona interna a la fortaleza donde se podría ubicar la UE 202. De tal modo,
se puede especular con una cronología protohistórica, formando parte - quizás -
de un oppidum sobre las cimas más elevadas de la actual Utrera.
2) Junto a este baluarte se detectó en el sondeo 1 una estructura de
tendencia semicircular (UEC 103) muy
afectada por la construcción del castillo medieval y que probablemente forme
parte de la poliorcética del recinto prerromano que tratamos de analizar.
Aunque no se pudo relacionar con la gran capa de cal y tierra UUEECC 108 y 204 (por motivos de
seguridad, al amenazar la ladera un posible derrumbe) que debió servir como
base a esta fortaleza, pensamos que los restos de esta posible torre se
asientan igualmente sobre esta gran capa. La UEC 103 se construye con piedras irregulares, fundamentalmente
calizas de tamaño mediano, y unidas con argamasa de barro, conservando en torno
a 1,25 m en planta y entre 0,5/1 m de altura. Esta construcción, seccionada en
gran parte por un depósito de cal vinculado a la construcción del castillo, se
edifica con la misma técnica edilicia que el baluarte UEC 202 con la que comparte igualmente la cota a la que se
construye. El relleno que se asocia a la UEC
103 contiene cerámica muy diversa, destacando un fragmento de cerámica a
mano calcolítica, un fragmento carenado de vaso campaniforme y un fragmento de
cerámica a torno pintada que, aparentemente, fecha estas estructuras dentro de
la protohistoria de la campiña.
3) La información que se obtuvo al interior del patio de armas
procede de los estratos turdetanos aparecidos en los microsondeos 1, 4 y 5.
Estos pequeños cortes se realizaron para indagar en las cimentaciones de los
distintos lienzos de la fortaleza medieval, por lo que una vez reconocidas
aquellas dábamos por terminado la excavación. No obstante, se exhumaron algunos
niveles deposicionales que deben ser fechados con seguridad a fines de la fase
turdetana del cerro del castillo. En el microsondeo 1, junto al muro sur de la
fortaleza medieval se halló un grueso relleno arcilloso de tonos amarillentos (UED 1003) cortado por la cimentación
que contenía materiales principalmente cerámicos fechados entre los siglos
VI-IV a.C. Este depósito apareció a -0,30 m de profundidad alcanzando la cota
relativa de -1,20 m. En el costado sur se abrió un nuevo corte (microsondeo 4)
donde se hallaron unidades plenamente turdetanas hacia los -1,40 m bajo
rasante, cortadas por distintos capítulos medievales. Las cerámicas, asociadas
a un estrato de combustión, tenían una cronología diversificada, pudiendo
hallarse alguna pieza de cerámica gris Occidente cuya fecha oscila entre los
siglos VII-VI a.C y un fragmento de campaniense A de los siglos III-II a.C. A
escasos metros al noroeste, en el denominado microsondeo 5, se detectaron
nuevos niveles turdetanos a -1,10 m bajo la rasante, con materiales fechados
entre los siglos VI-IV a.C.
4) La vajilla estudiada nos sitúa el hábitat protohistórico entre
los siglos VII y III a.C. La pieza de mayor presencia es el vaso denominado
urna, con perfil exvasado y borde vuelto hacia fuera, por lo general decorada
con líneas de color rojo vinoso o incluso negro, tipología que suele perdurar
incluso en época altoimperial. No obstante, las muestras del castillo de Utrera
apuntan a una cronología temprana, en torno a los siglos VI-V a.C, si no antes.
Algunas de las piezas presentan serias similitudes con los de la Cruz del Negro
(Carmona), urnas éstas que fueron fechadas en el siglo VII a.C en un contexto
plenamente fenicio. Estas piezas tienen una función amplia, pudiendo usarse
tanto para el almacenamiento de líquidos o alimentos como para recoger cenizas
funerarias. Junto a estas piezas, tenemos bien representadas las formas
abiertas de platos y cuencos. Esta vajilla, cuyo uso se asocia al servicio o al
consumo directo de alimentos está por lo general decorada mediante líneas
paralelas al exterior, presentando al interior líneas concéntricas de tono
rojizo. Entre esta vajilla de mesa destaca la presencia de la serie gris
occidente cuya fecha se asocia al momento orientalizante. Los grandes lebrillos
o vasos de cuello estrangulado y la vajilla de cocina completan básicamente el
repertorio cerámico doméstico.
Mención especial para
las ánforas. Si bien la cerámica recogida apunta a una fecha más propia del Hierro
I (orientalizante, Bronce Reciente III de Pellicer…) y II (Ibérico Inicial y
Pleno…), entre los siglos VII-IV a.C (similares a la estudiada por Concepción
Florido procedente de la C/ Cristo de los Afligidos) el material
anfórico parece fecharse en torno al siglo III a.C (al menos las cuatro piezas
estudiadas), que debe corresponderse con la presencia en el cerro de cerámica
campaniense A de importación.
5) De todo esto se colige que el solar de la actual Utrera estaría
ocupado por un hábitat prerromano que debe bascular entre los siglos VII y, al
menos, el III a.C. Aunque la mayor parte de las cerámicas recogidas responden a
una tipología clásica en torno a los siglos VI-IV a.C, con paralelos claros en
el Cerro Macareno (La Rinconada) o Montemolín-Vico (Marchena), la presencia de
cerámica gris, cuya cronología puede alcanzar hasta el siglo VII a.C, y la
presencia de cerámica campaniense A (siglos III-II a.C) permite ampliar el
abanico cronológico. La presencia de un posible oppidum (¿una de las 200
ciudades que menciona Estrabón?) parece confirmarse con el hallazgo de las
estructuras amuralladas que se han fechado en época protohistórica. Este tipo
de murallas abalaurtadas tiene algunos precedentes en Andalucía occidental. En
la campiña de Jerez tenemos el yacimiento de origen fenicio del Castillo de
Doña Blanca que ha sido fechado en torno a los años 730-720 a.C. Su primera
fortificación se realiza mediante bastiones ataludados de tendencia
semicircular sobre un suelo de arcilla roja y piedras compactadas. Los
bastiones se realizan con mampostería de piedras irregulares con argamasa de
arcilla. Otro ejemplo se encuentra en Tejada la Vieja (Huelva), cuya muralla es
bastante similar a la fenicia de Doña Blanca o en el Viso del Alcor (Sevilla),
en el sitio conocido como la Tablada. Si consideramos que estas estructuras se
fechan en época orientalizante, podemos pensar que la datación de la existente
en Utrera no debe andar muy lejos del siglo VII a.C, precisamente la fecha
protohistórica más antigua que se ha podido confirmar en el cerro del castillo:
la cerámica gris occidente/orientalizante/ampuritana ha sido fechada
tradicionalmente en torno a los siglos VII-VI a.C, aunque en yacimientos como
Acinippo ha sido datada hacia la primera mitad del VIII a.C, en torno a la
aparición fenicia en Andalucía. En cuanto al abandono del hábitat, a modo
especulativo se puede hacer coincidir con los sucesos del siglo III a.C en
relación a la II Guerra Púnica y la llegada de los ejércitos romanos. Eso
podría explicar que en Utrera no se consolidara una ciudad romana (¿apoyaron
los protoutreranos a los bárquidas frente a los romanos y ese hecho provocaría
el abandono y destrucción del oppidum utrerano?).
6) En cuanto a la extensión
del oppidum, y con los datos que tenemos tras las distintas intervenciones
realizadas en el Conjunto Histórico de Utrera, podemos decir lo siguiente:
- Parece bastante claro
que al menos en el cerro del Castillo se implantó un recinto fortificado en
torno al siglo VII a.C que se construiría al menos durante todo el promontorio
en el que se erigiría posteriormente el castillo medieval, sin que se deba descartar
su extensión por toda la loma que durante el siglo XIV se convirtió en la
Utrera originaria y primera cerca de la ciudad.
- El hábitat turdetano
se extiende por la loma sur del conjunto histórico, con evidencias junto a
Santa María y en el parque del Muro. De la intervención realizada junto a este parque a fines de
2011 para la implantación de contenedores de residuos urbanos se observaron
niveles deposicionales protohistóricos entre los -1/-2 m bajo la rasante.
Asímismo, la excavación realizada en 1979 por el Museo Arqueológico Provincial
(F. Fernández, D. Oliva y M. Puya) en la C/ Cristo de los Afligidos, junto al
parque mencionado, se interpretó como un testar vinculado a un cercano alfar
fechado entre los siglos VI-V a.C. Durante la redacción del Plan Especial, Pedro Pérez Quesada y Fernando Amores plantearon como hipótesis una ocupación de las lomas de Santa María y el Muro con
una funcionalidad relacionada con actividades artesanales, productivas o de
almacenamiento.
7) Utrera, y su oppidum, se sitúa en el norte de su campiña, en las
últimas estribaciones del paisaje alomado que enlaza con los valles del
Guadaira y Guadalquivir con un terreno amesetado que ocupa parte de los
actuales términos municipales de Dos Hermanas y Alcalá de Guadaira. Esta
situación le ha permitido históricamente, como ya se ha mencionado, ser una
zona de tránsito o de paso obligado para acceder a espacios diferenciados como
la sierra norte de Cádiz, Jerez o la paleodesembocadura del Guadalquivir. En
época protohistórica esta situación debió ser ventajosa para la implantación en
la actual Utrera de un asentamiento de cierta entidad. Si consideramos que las
actuales veredas fosilizan en parte los caminos históricos podemos pensar en
las siguientes rutas que comunicarían los principales centros prerromanos del
entorno de Utrera:
- La actual carretera de
Las Alcantarillas o Cañada Real de Las Cabezas enlaza Utrera con el mar o con
el Golfo o Lago Ligustino, en cuya orilla oriental se ubicaban hábitats
protohistóricos como Nabrissa o el cercano asentamiento de Motilla Alta, junto a
la Via Augusta (conocida en época prerromana como camino de Hércules).
- Siguiendo la misma
trayectoria suroeste-nordeste y pasando por Utrera se llega a la Cañada Real de
Carmona, ruta principal hacia los hábitats protohistóricos de los Alcores, con
cabecera al nordeste en Carmo y al suroeste en el Gandul (¿Irippo?).
- Al oeste, siguiendo el
valle del Calzas-Anchas, discurre la Cañada Real de Los Palacios a Carmona que
enlaza directamente con la Torre de los Herberos (Orippo) y la
paleodesembocadura del río en el estrecho de Coria.
- Al oeste/sudeste, por
la CR de Morón se accede a la Sierra de Morón y posiblemente a Lucurgentum,
bordeando el río Guadaira.
- Uno de los caminos de
los que no debe haber demasiadas sospechas sobre su existencia durante el I
milenio a.C es la actual A-375, que tras dejar atrás el oppidum de Salpensa (a
unos 6 kms de Utrera) enlaza con la Sierra de Grazalema y Ronda.
- Al sur de Utrera, la
gran densidad de asentamientos propone una oferta más variada de caminos que
debieron ser usados durante este momento. El camino de los Palos o Vereda de
Higueralejo conduce a los valles de los arroyos Sarro y Salado, donde se
encuentran importantes asentamientos que deben vincularse a Salpensa-El Casar. La
Cañada Real de Ubrique a Sevilla se bifurca para entrar en el valle del Salado
junto a Siarum-Torre del Águila por un lado, para enlazar con las campiñas de
Jerez por la N-IV, discurriendo junto a Ugia-Torres Alhocaz.
- Los caminos al norte y
al este, aunque debieron existir, no se encuentran jalonados por la presencia
de yacimientos turdetanos. De hecho, prácticamente no existen evidencias de
asentamientos históricos en toda el área que ocupa el margen norte y este de
Utrera, empezando a aflorar aquellos una vez entrado en las lomas que bordean
la ciudad de Dos Hermanas, el valle del Guadaira o el valle del Corbones, al
este.
Por último, y para
completar esta síntesis del poblamiento turdetano en la campiña de Utrera
hacemos referencia a la presencia de cerámicas grises Este tipo de vajilla, que
ha sido interpretada como una posible evidencia de la influencia fenicia en las
comunidades del bronce tartésico andaluz occidental se fecha, como hemos
mencionado, entre los siglos VII-VI a.C, con posibles antecedentes en la octava
centuria. De los datos obtenidos durante la Redacción de la Carta Arqueológica
de Utrera (Pérez Quesada, Hormigo Aguilar), fuente de la que estamos tomando
gran parte de la información que hacemos observar, tenemos que la dispersión en
el entorno de Utrera de la cerámica gris occidente se limita a su dispersión en
el entorno de las rutas principales que enlazan la marisma, Salpensa y Siarum,
a lo que hay que añadir la ruta transversal oeste-este que comunica Salpensa
con el río. De ello se colige que este novedoso estilo artefactual (vajilla a
torno bruñida de color gris) se relaciona con las principales vías que
comunican los principales asentamientos (conclusión similar a la dispersión de
los vasos campaniformes).
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