sábado, 8 de marzo de 2014

LA TORRE DEL HOMENAJE DEL CASTILLO DE UTRERA

Se emplaza al este de la fortaleza presentándose volada hacia el interior y sobre una cota de uso en el Medievo de en torno a + 2 m respecto al inminente patio de armas. Esta situación significaría que en el momento en el que la fortaleza toma su aspecto actual la torre del Homenaje añadiría a sus amplios muros una preeminencia respecto a las murallas que casi la circundaban. La torre del Homenaje debe ser el elemento más antiguo del recinto, cuya fecha de construcción debe oscilar entre los años 1320-1330, en un momento difícil para la frontera con Granada. En estos momentos se deben estar edificando también otros castillos o torres de la campiña cercana (Águila, Lopera, Molares,…) conformando en 1344 una de las Tenencias a las que el Concejo de Sevilla otorgaba alcaide. Tras los sucesos de 1368, con la toma de Muhammad V de Utrera, se realizarían trabajos de envergadura que cerrarían el actual recinto, adosándose a la Torre los muros este y nordeste.



Del reconocimiento visual de la torre y de la comparación con otras estructuras de similar cronología y función en la campiña se puede extraer lo siguiente:

1. Dimensiones. La planta es de 11,90x11,35 m con las aristas orientadas de modo norte-sur y este-oeste y se alza hasta una altura de 19 m. Su planta y altura recuerdan a las de Lopera, Las Aguzaderas o el Águila. El grosor de los muros es de unos 2,40 m en los flancos este, norte y sur y de 3 m en el oeste, al situarse en este lado la escalera de acceso  a la planta superior.

2. El zócalo presenta dos fábricas distintas. La situada en la parte inferior, montada sobre la zapata de la torre, se trata de una obra perimetral construido con sillares de al menos 1 m de altura con algunas hiladas de ladrillos y que sobresale del alzado de la torre unos 5 cms. En las fotografías históricas de principios del siglo XX se observa que esta obra se construye sobre una posible zapata de hormigón de cal. En la actualidad se oculta en parte  por la subida de cota del entorno y por una fina capa de mortero que lo recubre. Sobre esto se construye un zócalo superior con sillares mejor careados y de mayor tamaño, de tipo isódomo. Presenta cuatro hiladas de sillares en los lados este, oeste y sur y seis hiladas en el norte, alcanzando una altura de unos 3 m respecto al nivel de uso actual. El aparejo se une con argamasa de cal y aún se puede intuir la presencia de algunas marcas de cantero en algunos sillares bajo el fino enlucido de mortero que se ha aplicado durante la última restauración en 2010. Las imágenes históricas muestran un enorme hueco practicado en el flanco oeste que sería reparado con una obra mixta en la que se observan hiladas de ladrillos.



3. La entrada a la torre se hace desde el norte. Forma un pasadizo de unos 2,40 metros construido de forma adintelada en la que las dos piedras superiores de las mochetas funcionan como un modillón den forma de bocel. Actualmente el vano se abre 2,30 metros de altura y 1,20 metros de anchura, aunque imágenes de principios de siglo demuestran que se encuentra en parte colmatado. Collantes de Terán (Los Castillos del Reino de Sevilla, 1953) señala que parecía haber sido ensanchada cortando los batientes a ras de las jambas en casi toda su altura. Esta hipótesis parece confirmarse si observamos uno de los sillares inferiores que funcionan como jamba y que se encuentra alineado con la zona de máxima estrechez de la puerta. La fotografía histórica también insinúa esta idea. Entradas con similar aspecto las hallamos en Lopera, el Águila y Las Aguzaderas. 



4. Alzado. Sobre el zócalo, y enlazado con una hilada de ladrillos dispuestos a soga y tizón, se usó un aparejo distinto formado por un tapial de módulo bajo encadenado en sillarejos isódomos. El encadenado entra ligeramente en el tapial (contrapeado) dando consistencia y forma a la torre. Piechotta (2004) señala   que en la torre de Utrera se debió producir un cambio en la técnica de ensamblar las maderas del encofrado que deja en el límite del cajón impresa la huella de clavos de punta redondeada. En cada flanco se abre una ventana al nivel del primer piso en el que se ubicaron ladroneras. La única saetera se abre en el lienzo sur, a 20 cms del nivel de uso. En este mismo muro se abre una pequeña ventana con arco de medio punto que debe obedecer a alguna restauración posterior a su construcción y que ya aparece en las fotografías de principio de siglo XX. El coronamiento de la torre se encuentra en la actualidad bastante alterado por lo que es difícil reconocer elementos originales. No obstante, aún sobresalen canecillos en las esquinas que permiten sospechar la presencia de ladroneras. Las distintas reparaciones se han hecho fundamentalmente con ladrillos, siendo estos muy perceptibles en el costado oeste. De obra similar (tapiales encadenados en sillarejo) tenemos la cercana torre de la Alcantarilla, cuya construcción se inicia hacia 1313 (fecha similar a la que planteamos para la torre del Homenaje de Utrera).



En el resto de casos de la campiña utrerana tenemos fábricas en muchos casos distintas. Se suele emplear la piedra en forma de sillarejo y mampuestos en lugar del tapial y no aparece siempre un zócalo de sillares:

- Lopera: sobre un zócalo de mampuestos alineados horizontalmente se levanta una fábrica de sillares y sillarejos isódomos que revisten la obra interior de ripios y mortero de cal (similar al emplecton).
- Águila: sobre zócalo de sillares se monta la fábrica de sillarejo alineado horizontalmente con encadenado de sillares que reviste un encofrado de tapial y piedras del que se perciben las agujas.
- Bollo: fábrica de mampuestos alineados horizontalmente y de forma paralela con bloques de diversa altura que se encadenan con sillares.
- Castillo de las Aguzaderas: zócalo de sillería sobre el que se alzan sillarejos alineados horizontalmente encadenados con sillares. El alzado funciona como pie de aguja por lo que presumimos que esta obra reviste exteriormente una fábrica de tapia.

- La Alcantarilla: zócalo de sillares con tapial encadenado con sillarejo.

- Troya: fábrica de sillarejos que se encadenan con sillares.





5. La torre, como defensa última ante posibles asedios, presentaba varias estructuras que obedecen a la defensa de la misma:

- Ladroneras. La existencia de este tipo de dispositivo de tiro a la vertical fue descrita por Collantes en 1953. El estado que presenta en la actualidad no parece haber cambiado sustancialmente. Así, en los cuatro lados, a 1,70 m de la primera planta se abren cuatro vanos a mitad del muro con una altura variable entre 1,20 y 1,60 m. Los de los lados norte, sur y este tienen forma rectangular, con dintel sostenido por modillones en forma de cuarto bocel, lo que le da un aspecto muy similar a la entrada. El vano al sur, con 2,80 m de altura, se levanta unos 20 cms del suelo y presenta un arco ligeramente apuntado enmarcado en un alfiz. Collantes considera que precisamente este vano se corresponde con la obra original, estando fechados el resto en torno a las restauraciones de los siglos XV y XVI. Las cuatro ventanas darían paso a las ladroneras de las que apenas se conservan los canecillos (tres en cada vano) con perfil de doble cuarto bocel. Aún se adivinan parte de las garitas de estas ladroneras así como las interfacies de las mismas. La situada en el ángulo sur presenta la interfacie de un tejadillo que la recubría que ya se puede observar en fotografías de fines del siglo XIX (un tejadillo igual se observaba en la portada del recinto reconstruido en torno a 1915).
-  Escaraguaitas o ladroneras. Se observan en las aristas, casi a la altura del coronamiento, tres canecillos que Collantes interpretó como ménsulas donde irían colocadas escaraguaitas (garitas). Valor Piechotta (2004) considera que estas ménsulas serían el asiento de ladroneras. En la esquina suroeste no se observan estas ménsulas, ofreciendo un aspecto reformado con ladrillos.
- Saeteras y troneras. Se observa una tronera en la clave de la bóveda inferior con ocho lóbulos que comunica con la planta baja. En el primer piso, en la unión de la escalera con este, se encuentra la única saetera, abocinada hacia dentro, formando una cámara de tiro orientada hacia el sur.




6. La presencia de marcas de cantero está en parte enmascarada por el fino mortero de cal que se ha aplicado a la torre. No obstante, aparte de algunas posibles incisiones en los sillares que podrían justificarse por los trabajos de sujeción y colocación, se pueden reseñar dos gliptogramas muy claros:
- Sobre la puerta de la torre, en un sillar en forma de clave situado en el zócalo de sillería del ángulo norte, se encuentra la más clara. Se trata de la figura de un compás abierto.
- En el costado este se hayan otras dos marcas a la altura de la hilada superior del zócalo; en ambos casos se sitúan en los sillares situados en tercer lugar tanto si se empieza por el norte como por el sur. El situado más al sur presenta serias dudas. Apenas se intuye una posible “a” mayúscula muy enmascarada que podría tener su origen, no obstante, en el degradado de la piedra. La marca que se ubica en el tercer sillar superior del lado norte del zócalo es bastante más clara, aunque su interpretación es meramente especulativa. Se aprecian varios trazos que podrían representar dos alicates y una posible escuadra. Otras interpretaciones, caso de la que observa a un operario trabajando en una posible grúa o aparato rotatorio (incluso asistido por un équido) son, si acaso, bastante discutidas.


La explicación que se da a esta expresión de gliptografía no es concluyente aún. Algunos manuales la vinculan a los procesos de extracción de la piedra en cantera, a trabajos de estereotomía (modo en que se deben trabajar las rocas extraídas de la cantera para su colocación en la obra), a indicaciones de ubicación, a indicaciones de viajeros, a una prueba de la autoría de algunas cuadrillas de canteros o incluso a la masonería. En nuestro caso, los dos casos más claros parecen relacionarse claramente con el instrumental o con los trabajos de construcción del edificio. En otras torres cercanas, como el Águila, son abundantes los signos relacionados con el cristianismo (crismones, omegas, cruces, esvásticas…). Este último tipo de marcas se vincula en otros contextos (caso de las rábitas islámicas que son consagradas para el culto cristiano en época mudéjar) a un acto de purificación del edificio.


7. Valor Piechotta (2004) hace una descripción genérica de las cámaras interiores de los castillos sevillanos de la Baja Edad Media. Señala que suelen presentar dos cámaras superpuestas, una a la altura del suelo y otra al adarve con cubiertas de bóveda vaída que apoya en un resalte del muro y sobre pechinas. Este aspecto coincide en la segunda planta en la que se observa una bóveda váida sostenida por arcos apilastrados a los muros. En el caso de la planta baja, en cambio, usando la definición que hace Collantes (1953), tenemos una bóveda de casquetes sobre trompas formadas por semibóvedas de arista sobre las que corre una sencilla nacela que sirve de imposta a la bóveda, con un tronera polilobulada en la clave. Desde la primera planta, continúa Collantes, se accede al piso superior desde una escalera situada a la derecha de la entrada (aspecto en el que coinciden todas las torres de la comarca) que se desarrolla en el espesor del muro oeste. Este autor la describe como un pasadizo cubierto por dos tramos escalonados, cada uno de ellos formado por tres bóvedas de arista de ladrillo, y un tercer tramo al que otorga una reconstrucción de fines del XV o principios del XVI, con cubierta adintelada de piedra sostenida por cornisas con perfil de cuarto bocel. Bajo la escalera, en la cámara inferior, se encuentra una gran arcada apuntada sobre la que sostiene (elemento que también observamos en Lopera o el Águila).





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